La razón
por la que es importante estudiar la historia en cualquier área es algo que hemos
tenido claro desde que estamos en el colegio: un pueblo que desconoce su historia
está condenado a repetirla. En este texto no es una excepción que por años
estuvimos y creo estamos repitiendo una y otra vez los mismos sucesos.
Empezamos con un fundamento desigual de sociedad, unos mandaban, otros servían
y otros no existían, se quisieron cambiar las cosas, no había otra forma de
hacerlo más que por la violencia, se descuadro por momentos el estatus pero
poco a poco volvió todo a la normalidad con pequeños cambios que daban una
ilusión de “cambio”. Así tal cual pasa ahora. También hay aspectos centrales
del texto que informan que la economía es uno de los pilares de la construcción
de sociedad y además es transversal a todos los aspectos que nos rigen. En suma
estudiar economía no es más que estudiar cómo es la sociedad, como funciona y
por eso no se puede hacer desde un campo actual o de hace pocos años, tiene que
ser desde el principio, hay que conocer, evaluar e intentar seguir con el
improbable ‘yo cambiaré las cosas’.
El desarrollo
económico de Colombia después de 1810 osciló entre dos modelos: el que luchaba
por reconstruir los fundamentos coloniales de la economía nacional y el que
aspiraba a una ruptura con múltiples trabas que se oponían al desarrollo
moderno.
1850: se oponía al
proteccionismo el libre cambio, a la intervención del Estado en el ordenamiento
de la economía, la defensa de la empresa privada, a los esfuerzos de
industrialización y protección de los productos nacionales la teoría de que la
agricultura y la minería para exportación deberían ser los ejes del desarrollo
nacional.
1820: mostraron los
esfuerzos por reorientar la economía hacia uno u otro modelo. Los gobiernos
posteriores a 1830 lograron sostener el patrón de desarrollo sobre parámetros
de origen colonial.
Tomás Cipriano de
Mosquera (1845-1849): se dieron los primeros pasos tendientes a reorientar la
economía colombiana sobre fundamentos liberales.
LA POBLACIÓN
1810:
estratificación por castas: negros, indios, libres de todos los colores y
blancos.
Blancos y los
mestizos: grupos dominantes de la sociedad colonial.
Desarrollo político
de finales del siglo XVIII: los llevó a establecer sistemas de alianzas, allí
donde era más importante su unión en torno a la ideología de “lo criollo” que
una tajante diferenciación de origen socioeconómico.
La independencia
reforzó estos sentimientos de cohesión y una de las primeras decisiones del
Estado republicano fue la supresión de las castas, quedando únicamente libres y
esclavos como categorías sociales básicas. Hubo un mayor interés por conocer,
no tanto los aspectos raciales de la sociedad, sino aquellos que tenían que ver
con su edad, estado civil y ocupación.
Las guerras, como
fenómeno demográfico, no causaban solamente perjuicios físicos que dejaron un
rastro de crímenes, vagancia, ruina y bandidaje.
LA AGRICULTURA
A fines del siglo
XVIII la agricultura colombiana había vivido un período de auge y expansión,
gracias al crecimiento de la demanda de los centros urbanos y mineros y de los
mercados intercoloniales por la vía del contrabando.
La expansión de
otras economías coloniales generó competencias comerciales que hicieron entrar
en contradicción los intereses de los empresarios agrícolas con las políticas
del sistema colonial en su conjunto.
Pero el proceso de
independencia fue violento y dio al traste con muchos de los anhelos de los
empresarios vinculados tanto a la agricultura y a la ganadería como a otras
actividades de la economía neogranadina. La independencia, al convertirse en
una guerra civil, luego en una guerra nacional contra la reconquista y, finalmente,
en una guerra de liberación, arruinó vidas y bienes de importantes empresarios
y sectores de la economía colonial durante los años que siguieron a 1810.
1819: comenzaron a
hacerse esfuerzos de reconstrucción y conservación de las estructuras económicas
vigentes, aunque las secuelas de la guerra impidieron que en la década del
veinte hubiera una total readecuación de la economía.
Fue sólo en la
década del treinta cuando se reordenó la economía nacional y los viejos
herederos del sistema de haciendas, propio del siglo XVIII, se lanzaron a una
ofensiva de reconstrucción de los antiguos órdenes. Era muy difícil contener
los avances dejados por veinte años de lucha, que habían logrado agrietar el
orden colonial en el campo, crear nuevas relaciones de trabajo, buscar nuevas
perspectivas de mercado y reorientar la economía agraria hacia aquellos
productos que parecían ofrecer mejores perspectivas de desarrollo.
FUENTE: La Lenta Ruptura
con el Pasado Colonial (1810-1850) Por:
Hermes Tovar Pinzón